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Guía de Gaudí y la cerámica. Un viaje por Barcelona

Casa batlló

Barcelona es una de las ciudades del mundo que ostenta mayor número de obras de arte, y de allí parte de su atractivo turístico. Hablar de Barcelona es referirse al arte en todas sus expresiones, es hacer alusión, necesariamente, a Antoni Gaudí como uno de los principales exponentes de la arquitectura; y al hablar de Gaudí también es necesario hacer mención a la cerámica.

Se trata de tres elementos esenciales en la cultura catalana que ponen a Barcelona en el tope de la lista de la expresión artística: de la ciudad modernista pero con singulares muestras del arte neogótico, con Gaudí como principal exponente, y las comparecencias de la cerámica, material que ha trascendido desde la prehistoria hasta convertirse en la clave de las obras del reconocido arquitecto.

Gaudí y la cerámica en sus obras

El modernismo fue una corriente en la que las expresiones artísticas tuvieron a la cerámica como una aliada. Además de estar presente en Cataluña también es característico en otras ciudades de la península Ibérica; y en lo que respecta a Gaudí y la cerámica son el binomio esencial de las obras emblemáticas de Barcelona.

De hecho, el famoso trencadís, que es una referencia en la actualidad, tuvo su origen con el maestro Gaudí, quien trabajaba con cerámica. En los albores del siglo XX comenzó a dar uso a los restos de loza apilados como material de desecho y los convirtió en la solución para darle revestimiento a las construcciones de formas abovedadas, redondeadas, onduladas, ya que se podía trabajar de forma flexible.

Una de las primeras referencias de Gaudí y la cerámica aparecen en el año 1879, en los libros de Pujol i Bausis, fábrica de cerámica que comenzó produciendo ladrillos y que progresivamente se especializó en la elaboración de baldosas y elementos decorativos.

La documentación sobre esta fábrica que comenzó en 1858 muestra como clientes a una serie de arquitectos y particulares que compraban los materiales en Pujol i Bausis, como Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner, Salvador Valeri, y otros tantos.

Esos mismos documentos hacen referencia a que en años posteriores (de 1882 hasta 1894) la cerámica producida en esa fábrica eran parte del movimiento modernista; de hecho, se hace mención al color amarillo Gaudí, lo que da una idea de que desde sus primeras obras el maestro catalán utilizaba la cerámica para los recubrimientos de sus trabajos.

La Sagrada Familia

La obra artística por antonomasia de Barcelona es la Sagrada Familia, uno de los lugares más visitados de toda España después del Museo del Prado y la Alhambra en Granada. Su construcción comenzó en 1882 y aún está sin concluir. En manos de Gaudí estuvo la realización de la cripta y el ábside, en estilo neogótico, mientras que el resto de la arquitectura de la basílica lo creó en un estilo en el que reproduce formas de la naturaleza unidas a formas geométricas.

El trencadís está presente en diversas partes del templo, como una muestra más del trabajo de Gaudí con la cerámica, pues  se destacan los mosaicos de las torres con domos y cúspides recubiertos con mosaicos de diferentes colores procedentes de Murano, Venecia.

sagradafamilia

Parque Güell

Convertido en un parque luego de que el proyecto inicial concebido para viviendas fuera desechado, el Parque Güell se integró armoniosamente al entorno con las figuras de Gaudí inspiradas en la naturaleza.

La entrada tiene la escultura de un dragón donde destaca el trencadís, como demostración de la unión entre Gaudí y la cerámica,  y donde queda demostrada la versatilidad del mosaico picado para recubrir esta estructura curvada.

En la parte alta del parque está la terraza que ofrece una vista fascinante de la ciudad; allí los visitantes usan los asientos revestidos con mosaicos de cerámica donde el artista se valió de colores brillantes para hacer de este espacio uno de los más atractivos y visitados de Barcelona.

Park Güell

Casa Batlló

En la creatividad de Gaudí fue puesta la remodelación de la Casa Batlló, edificio que ya existía en el Paseo de Gràcia, y donde el ingenioso artista catalán desbordó su pasión por la naturaleza para darle un balcón de hierro forjado con forma de antifaz, frisos que semejan animales y un techo en el que parece estar descansando un dragón.

La fachada tiene ligeras ondulaciones que simulan el mar, lo que complementa la armonía con el trencadís y los aros de cerámica cuyos colores cambian en la medida en que se suba o baje del edificio.

Otro atractivo de la Casa Batlló es el vidrio catedral usado en el revestimiento, el cual da la ilusión de un fondo marino.

 

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